Durante éste fin de semana estuve realizando un
encuentro cristiano al que Mami me invitó... si, olvidé contarlo antes pero en
una de nuestras conversaciones cortas y fugaces me propuso ir a éste retiro y
yo acepté.
La razón de mi aceptación es compleja. Por un
lado siempre he amado a Dios y estar en su presencia es una experiencia
inigualable, hace tiempo no asistía a uno y realmente deseaba más de Él. Sumado
a eso necesitaba perdonarme a mi misma porque las decisiones que tomé el año
pasado destruyeron mi relación con Mami y aún sufría sintiéndome culpable.
Además quería someter mi amor al horno de fuego, no hay nada que me quebrante
más que la presencia del Espiritu Santo en mí y aunque desde hace mucho me
siento amada por Dios siendo homosexual, quise estar ahí con corazón dispuesto
y probar de nuevo mis sentimientos. Por último, quise dejarme confrontar.
El encuentro fué en general espectacular. He
hecho muchos y éste es uno de los mejores. Es indudable que Dios estuvo
presente en todo momento.
Desde el primer día abrí mi corazón y escuché
cada prédica con atención y amor. En ningún momento puse corazas en mí, ni
mucho menos dejé de pensar que era el mismo Dios quien me estaba diciendo cada
palabra. Uno trás otro los temas eran cada vez mejores y más
interesantes.
Ocupé todo el tiempo libre que tuve en hablar con
los líderes del encuentro. Confesé mi lesbianismo y me dispuse a defender éste
amor que siente mi corazón. No sé cuantas veces escuché respuestas negativas a
esto. No sé cuantas veces escuché que no podía amar a Dios y al mismo tiempo a
una mujer. Que la luz no puede juntarse con las tinieblas. Que en la creación
eran hombre- mujer. Que el pene tiene una función. Que Romanos dice ésto y
Levítico aquello. Fué realmente emocionalmente agotador.
Siempre respondí a todo eso con alguna
explicación. Por lo que al día siguiente la líder con la que conversé me pidió
que hablara directamente con su esposo. La conversación con él fué menos
intensa, pués no involucró a la biblia sino al Espiritu. Al terminar de
hablarle hizo una oración pidiendo por mí y recuerdo regresar a la habitación
sintiéndome triste, como si nuevamente creyera que amar a Mami me alejaba de
Dios.
Pero hay algo que marcó este encuentro. Más que
las confrontaciones, charlas y discusiones fué el mismo Espiritu Santo quién me
dió la respuesta. El último día del encuentro lo sentí en mi corazón. Sentí
como entró a mi cuerpo y llenó cada centímetro de el. Quebrantó mi alma. Lloré
como jamás lloré alguna vez. Caí de rodillas ante El y me quedé sin fuerzas
para ponerme nuevamente de pie. Me sentí llena, amada, bendecida, victoriosa.
Es un antes y un después en mi vida luego de eso.
Amo a Mami, la amo con todo mi corazón y amo a
Dios con el doble de la fuerza que le amo a ella. Si luz y tinieblas no pueden
juntarse en un mismo lugar, cómo es que el Espiritu Santo entra en mi corazón y
me toca de esa manera? Cómo es que Dios llenó cada parte de mi ser aún
reconociéndome a mi misma como lesbiana porque la amo? Cómo es que lo más sagrado
que pueda existir que es el Espiritu Santo haya podido entrar en mi casa si yo
jamás renuncié ni me liberé de mi amor por Mami?
La respuesta es clara para mí. No había
tinieblas en ese momento en mi corazón porque yo habia renunciado a todo lo
viejo menos a éste amor. Renuncié a la fornicación, mentira, orgullo, egoísmo,
infidelidad, tristeza, rabia, rencor, dolor, desánimo, flojera, rebeldía, manipulación y muchas cosas más pero nunca de mis labios salió una renuncia al amor que siento por ella. Entonces mi casa estaba limpia de todo lo que realmente manchaba mi alma para recibir al Espiritu Santo, por eso El pudo entrar y tocarme de ese modo. Es que el amor jamás podría ser una tiniebla porque Dios es amor y luz!
Fué el mismo Espiritu Santo quien volvió a darme seguridad y convicción de éste amor. Y comprendo que no basta con eso, yo debo demostrarle a ella la intensidad de lo que siento, debo darle el lugar que merece como mujer después de lo que hice. Debo tener fuerzas suficientes para actuar y que a ella no le queden dudas de mi amor. Debo ganarme su regreso porque fallé y es mi responsabilidad. Le demostraré que ésto es real y que deseo se convierta en un amor infinito como el de Cristo.
Estoy renovada, no soy la misma luego de éste fin de semana, me he perdonado por lo que hice, he aceptado mis errores y he decidido alejarme de todo aquello que contamine mi amor por ella. Oraré cada día para que Dios me llene de fortaleza en ésta lucha y conforme al tiempo y mis acciones ablande el corazón de ella haciéndole ver la inmensidad de mi amor. Si Dios está conmigo, quién contra mí?
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