Hoy, quiero compartir con ustedes y contigo si
es que algún día decides pasarte por aquí, esa mágica historia que construimos
juntas alguna vez.
Teníamos apenas 16 años cuando gracias al tiempo
que dedicamos a estar juntas nos hicimos grandes amigas. Eras una persona
totalmente diferente a mí, vamos, yo siempre fui la chica tímida y estudiosa de
pocos amigos, mientras tú llenabas de energía cualquier lugar al que entrabas
sólo con tu presencia. Para todos, esa era una amistad inimaginable, pero lo
mejor es que pudimos aprender de la otra y mejorar como personas, comencé a
relacionarme más y tú sin quererlo a ser un poco más aplicada.
No sabría precisar el momento en el que la
amistad pasó a convertirse en atracción y amor. Por ahora, recuerdo como pasaba
horas acariciando tu cabello y lo feliz que me hacía escuchar “nadie lo hace
como tú”.
En ese entonces no estabas sola, tenías novio, un
chico bueno y honesto, o eso creíamos todos. En mí, no existía la mínima
posibilidad de estar contigo, y siendo honestas nisiquiera lo pensé. A pesar de
estar sola me gustaban los chicos y como toda adolescente esperaba la llegaba
de mi príncipe azul, uno como el que ya tú tenías.
Pero por casualidad o causalidad, aún no lo sé,
la vida nos acercó. Pude tener cualquier otra mejor amiga, pero el destino y quién
sabe si Dios mismo decidieron que fueras tú. Tal como almas gemelas cuya
atracción energética es tan intensa que en todas las vidas se juntan en la
versión que sea, con el sexo que sea.
Sin entenderlo ni asimilarlo comenzamos a
modificar nuestro cariño. La última vez que hablamos me dijiste que sólo habíamos
confundido y distorsionado el amor. Pero yo hoy sé, y hay muy pocas cosas que
soy capaz de afirmar, que nosotras no formamos parte de una confusión sino del
más puro y sincero amor que exista en el mundo después del proveniente de Dios.
Así, nuestras charlas fueron cambiadas por
besos fugaces y desesperados llenos de culpa. Nuestros juegos por caricias
temerosas. Nuestros deseos personales se convirtieron en deseos juntas. Mi
tiempo libre era para ti y el tuyo para mí. Mis sueños y los tuyos pasaron a
ser nuestros.
El amor apareció, no producto de la confusión,
sino del corazón.
A ésta historia le faltan muchas letras, pero
el dolor y tristeza que me causa recordar me impide seguir contando mis
memorias. Sin embargo en lo más profundo de mí ser y mi conciencia entiendo que
esto pasará porque tú y yo somos como las olas del mar, recuerdas?
SIEMPRE
REGRESAN A LA ORILLA.